“La vida en si es el más maravilloso cuento de hadas”
Hans Christian Andersen
Con este nombre inicio una serie de historias fantásticas o simplemente increíbles que me sucedieron realmente, lo puedo jurar, y que tan solo demuestran lo impresionante y sorprendente que puede ser eso que llamamos realidad. Cualquier lector está en su derecho de decir que estos relatos son solo producto de una imaginación desbordada o simplemente que se trata de historias para llamar la atención, o bien para divertir a un público ávido de creer en cuentos de hadas y otras fantasías para evadirse de la dura realidad que a veces resulta agobiante. También aquella persona que dude de mi sanidad mental o de la veracidad de estas historias está en su pleno derecho, ya que yo mismo normalmente soy escéptico ante relatos que desafían mi concepto de realidad, concepto aprendido y programado por siglos de “racionalismo científico”. y de materialismo filosófico.
De acuerdo con la lógica formal, me resisto a creer en fantasmas, en casas embrujadas, en extraterrestres y en todo aquello que se salga de la” normalidad”. Una carrera en la facultad de ciencias físico matemáticas. Tres posgrados en ciencias económicas del territorio, dos maestrías, una en ciencias y otra en negocios, me han brindado una sólida formación académica, científica y una mentalidad racionalista crítica al mejor estilo cartesiano, que aplico todos los días para tomar decisiones y resolver problemas de toda índole con los que me enfrento en mi vida profesional y empresarial. Sin embargo una cosa es el método científico y el análisis racional de las cosas exteriores, aplicando las leyes de la lógica, de las matemáticas, las estadísticas y física newtoniana para resolver problemas y formular proyectos; y otra cosa son las vivencias y las experiencias personales, íntimas, subjetivas tanto en estado de vigilia como en sueños, que de manera sorprendente simplemente suceden y a mí me han sucedido, sin que haya habido de por medio ni una crisis psicológica particular, ni sustancias sicotrópicas o etílicas, ni un método, ni una intención predeterminada de demostrar nada en particular.
Sé que no existe explicación alguna, ni natural ni sobre natural, que pueda satisfacer al lector, ni a mí mismo, sobre lo que me ha acontecido -no pretendo semejante hazaña intelectual- sino nada más mostrarles que la realidad de la que somos parte, es mucho más de lo que aparenta ser y que si nos abrimos a las posibilidades nos encontraremos que éstas son infinitas. Nuestra existencia real o nuestro ser se desplaza en múltiples direcciones o dimensiones de manera simultánea, solo que por alguna razón solo tenemos conciencia de unas pocas experiencias que llamamos sensoriales, limitadas por nuestra percepción de tiempo y espacio. En estado de vigilia son nuestra programación mental, y creencias sobre la realidad y las leyes más conocidas de la física, las que ponen límites a nuestra percepción, sin embargo, en sueños, lo imposible sucede sin ningún límite y eso se acepta y se comprende como parte de la naturaleza subjetiva de los sueños. Aunque muy poco sabemos de la naturaleza de los sueños. Pero cuando lo imposible en el plano material conocido, o al menos lo improbable ocurre en estado consciente o de vigilia delante de otras personas, ya las explicaciones corrientes no resultan útiles.
Es como si de verdad se cruzaran en un momento dado, distintos planos de la realidad y nosotros tuviéramos acceso por un momento a “ver” o “experimentar” en primera persona situaciones que están ocurriendo en otras dimensiones del espacio-tiempo, como suelen decir ahora los científicos, incluyendo por supuesto la dimensión que por falta de otro nombre llamamos espiritual o al menos sobrenatural. Probablemente las cosas extraordinarias o paranormales que nos ocurren en algún momento de nuestras vidas tengan sentido para nosotros, pero este sentido solo se nos revelará si abrimos nuestra mente con humildad al conocimiento universal, despojándonos del prejuicio y de la actitud de dueños de la verdad. Por otra parte, creo que a diario ocurren hechos sorprendentes y extraordinarios a personas ordinarias y corrientes como yo, solo que normalmente llamamos coincidencias, casualidades, sincronías, suerte o simplemente milagros, sobre los que no meditamos demasiado. Generalmente nos movemos entre el escepticismo racionalista más brutal y descarnado, y la mentalidad mágica, supersticiosa más delirante, más propia del fanatismo religioso, del mundo de Harry Potter o de las fantasías de Hollywood.
La forma como nuestra mente puede influir sobre los acontecimientos, sobre las personas o sobre la materia, ha sido un tema de espiritistas, mentalistas, magos de circo y gitanas de feria, amén de algunos charlatanes de pacotilla y por supuesto de los guiones de películas fantásticas. Sin embargo, también desde hace muchos años son materia de investigación científica por parte de muchos científicos de prestigio y universidades de todo el mundo, la relación mente cuerpo, la naturaleza de la mente, del espacio-tiempo y de la materia-energía, la vida después de la muerte y otros temas por lo que más de uno fue quemado en la hoguera por hereje en la edad media. La física cuántica aborda teórica y prácticamente el comportamiento de la materia energía y del espacio tiempo. Es la física de las posibilidades, de las micro partículas o de la materia fina, de las vibraciones de energía, de los fenómenos que resultan imposibles de entender o de explicar aplicando las leyes de la física corriente. Newton se volvería a morir si escuchara que una partícula puede estar en dos lugares al mismo tiempo y que la realidad es modificada por el observador de la misma.
Por otra parte, “lo sobrenatural” también es un tema de tipo espiritual que abordan las religiones teístas con visión trascendente, que afirman la existencia del más allá y la existencia de un espíritu de verdad o fuente de poder supremo que habita en nosotros, lo organiza todo, que nos protege y que en ocasiones es capaz de revelarnos parte del conocimiento universal y de transmitirnos parte de ese conocimiento, a través del don de ciencia, si así lo pedimos. Lo interesante es que tanto la ciencia, la poesía, la filosofía, como las tradiciones religiosas occidentales y orientales coinciden de forma extraordinaria en lo fundamental: En la existencia de una fuerza infinita, creadora, una energía sublime y consciente que lo organiza y lo mantiene funcionando todo y a todo le da sentido: Dios, Gran Espíritu, Conciencia Cósmica, Amor Puro, Campo de Energía Universal, Bien Supremo o Divina Providencia, como le solía llamar mi Abuelo Antolín Talavera, en aquel lejano Somoto de mi infancia. No importa el nombre. Seamos religiosos o no, tenemos que admitir que somos parte de ese todo universal y que en ocasiones captamos su presencia, como las antenas de un receptor de radio, aunque no comprendamos su funcionamiento. Cuando era solo un niño de 8-9 años, mi abuelo me dijo: “aunque me lo expliquen, no podría jamás entender cómo puedo yo escuchar a otras personas, de otros países lejanos por medio de este aparato. Es demasiado para mi entendimiento”. ¿Qué pensaría hoy mi abuelo acerca de internet? ¿Ahora…si hubiera otra manera “natural” de percibir el conocimiento universal…?
Las profecías, las revelaciones y los milagros corresponden a una dimensión que llamamos espiritual. La antropología, la física, la medicina, la siquiatría, y la psicología también tienen mucho que decir y aportar al conocimiento y a la investigación científica de los fenómenos paranormales o extraordinarios. Ya sea una u otra interpretación -que dejo bajo la responsabilidad del lector- lo cierto es que estos relatos que hoy decido escribir simplemente para dejar constancia como testigo de su veracidad, para compartirlos con mi familia y otras personas para que no se pierdan en mis recuerdos, están basados estrictamente en hechos que me ocurrieron a mí por alguna razón misteriosa, que poco a poco se me va revelando en la medida en que voy creciendo en edad y en sabiduría.
Descartando la esquizofrenia, al menos por mi parte, como tardío converso, creyente en Dios como la Verdad y el Bien Supremos con mayúsculas, creo que estos hechos corresponden a lo que yo llamo misterios de revelación privada, de interés solo para mi desarrollo personal, pero que seguramente tienen un propósito mayor. Después de meditarlo durante muchos años, he decidido darlos a conocer, ya que pueden ayudar a otras personas a ensanchar su mente y abrirse a lo maravilloso de la existencia humana más allá de lo obvio y lo material, para abrirse a la esperanza en la continuidad del misterio de la vida. Abrigo la esperanza de que a más de una persona le ayuden a buscar el camino de la verdad y el bien, a comprender que no somos un cuerpo con un alma, sino almas encarnadas, que transitamos por un tiempo extremadamente corto en esta dimensión que llamamos vida en la tierra, y que mucho menos somos solo un amasijo de cuerdas y tendones,-como dice la canción de Mercedes Soza que tanto me gusta, condenados a disolvernos por descomposición de la materia orgánica y a reciclar nuestros componentes en la naturaleza. ¡Creo que ante todo somos espíritus inmortales, con una experiencia corpórea mortal, llamados a hacer el bien, a ser libres y felices en el camino de la vida y la verdad hacia la eternidad! Si la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma y si la vida es energía, esta no se crea ni se destruye solo se transforma y pasa de un plano a otro: La vida es eterna.