Octubre 2012
¿Qué es la verdad? Pregunta difícil, pero la he resuelto en lo que a mi concierne diciendo que es lo que te dice tu voz interior.
Mahatma Gandhi.
Nadie lo vio llegar, de repente apareció en el pueblo colocando unos llamativos y bonitos carteles en las principales esquinas y sitios más frecuentados por la población. Anunciaba la nueva temporada de teatro con los clásicos carteles que mostraban las máscaras de risas y llanto con que se suelen acompañar estos anuncios. Poco a poco los curiosos le rodeaban y él muy sonriente, saludaba a todos y los invitaba a leer los carteles y a participar en una reunión de interesados en recibir gratuitamente un curso acelerado de capacitación sobre el teatro moderno. La reunión inicial se haría en la casa comunal a las 7:00 pm y se esperaba contar con la participación de lo más granado del pueblo. Con los más aventajados del curso -dijo- en poco tiempo formaría la compañía de teatro moderno del pueblo y montaría una obra clásica que llevaría a todos los rincones de la población de aquella comarca primero y luego el lanzamiento de la obra a nivel nacional- y porqué no- a nivel internacional.
La muchachada curiosa y ávida de novedades en aquel pueblo en el que no pasaba nada, no se hizo esperar y pronto llenaron con sus risas alegres el salón principal de la casa comunal. El misterioso señor del teatro los esperaba con música moderna de fondo y con bocadillos y bebidas frías, que ni cortos ni perezosos engulleron los muchachos, siempre hambrientos.
Les agradeció su presencia y les hizo una breve y amena presentación de la historia del teatro, les habló de cómo el teatro había nacido con la historia del mundo, desde los cásicos griegos, los romanos, la edad media y el teatro del renacimiento, la edad de oro del teatro español y francés, hasta nuestros días. No faltaron las menciones a Shakespeare, Cervantes, Lope de Vega, Víctor Hugo, Goethe, Bertolt Brecht, Ionesco, Chejov, Miller y otros. También les habló de la tradición del teatro inglés, francés, alemán y ruso, especial mención hizo del teatro del absurdo, y de los aportes del teatro contemporáneo norteamericano. Les mencionó la importantísima función del teatro en la vida actual como reflejo y formación de la conciencia en la sociedad. Además les dijo, el teatro era una aventura tan llena de pasión contagiosa, entusiasmo y diversión que ninguna actividad humana podía comparársele. El teatro era como la vida y la vida era como el teatro, concluyó con vehemencia. Estallaron los aplausos de aprobación y alegría. Por fin había algo interesante en el pueblo.
Aquellos muchachos lucían embelesados con la charla, y al principio muy tímidamente empezaron a participar con toda clase de preguntas y comentarios, muchos interesantes y alguno que otro fuera de contexto, que revelaba la ignorancia sobre el teatro universal en aquella gente. Alguien preguntó si el español Shakespeare había escrito el Don Quijote, lo que provocó estallidos de carcajadas en el grupo y un abrupto enrojecimiento de la cara del preguntón. Pero más risa provocó el que corrigió al despistado y aseguró con toda convicción, que el Quijote era una película que él había visto con sus propios ojos.
En fin, la reunión fue todo un éxito, se inscribieron muchos muchachos de entre los cuáles de acuerdo a las pruebas escritas y “el casting”, se escogería una docena de ellos para recibir el curso intensivo sobre actuación teatral. Eso sí, se les pedía disciplina, dedicación plena a las sesiones de clases de actuación y práctica, mucha práctica individual y en grupo. Muchos fueron los llamados y pocos los escogidos. Algunos no calificaban de entrada, y muy amablemente se les invitaba a esperar la próxima temporada de teatro para ver si podían participar. Como siempre, se les decía que ya tenían sus datos y que después los llamarían. Se inició el curso con muchos participantes, empezaron las fallas y las deserciones, al final se hicieron las pruebas entre los candidatos más destacados, perseverantes y prometedores. Se escogieron a seis muchachos y seis muchachas casi adolescentes, todos de buena presentación, no por su belleza física sino por su presencia escénica, incluso algunos no eran lo que se puede decir bien parecidos, más bien hasta podría decirse que eran feos y más de alguno tenía algún defecto físico notorio, sin embargo eso no importaba, lo más importante era el entusiasmo y la dedicación inicial que mostraban.
Los escogidos estaban fuera de sí del gozo, ya se imaginaban las luces, su nombre en las marquesinas, las pantallas, los carteles, la crítica y los aplausos, sobre todo los aplausos. También les decía el instructor y director de la joven compañía recién formada, estaba el tema del dinero, que no era un detalle menor. Si tenían éxito decía, el dinero contante y sonante entraría por montones. ¿Y qué no se puede comprar con dinero? Los muchachos decían no nos interesa el dinero, pero si viene y en abundancia, bienvenido, tampoco estaba mal un buen dinero por hacer lo que les gustaba. Los tiempos estaban difíciles y había ciertos lujos en los que habían soñado, que costaban mucho dinero. No faltó alguno que otro padre de familia que se mostrara preocupado por aquella aventura farandulera dirigida por aquel simpático extraño que se estaba robando el corazón de la juventud. Poco a poco se disipó la preocupación, al fin y al cabo, ¿no eran ellos los que querían lo mejor para sus hijos?, a lo mejor en el camino salían buenos partidos para sus hijos e hijas y al fin se casaban bien. Ellos también en más de una ocasión habían soñado con dejar aquel pueblo.
La obra seleccionada para montarla en escena, era un clásico sobre la felicidad, el éxito y la fama. Eran los tópicos siempre de moda. Había toneladas de libros sobre estos temas. Ya era tiempo que en el pueblo se pusieran a tono con los tiempos modernos. Los diferentes roles exigían una representación muy audaz y convincente. Era para actores de carácter, muy posesionados de su papel. Vivan su papel les decía el director, al punto que ustedes crean que son los personajes que interpretan. Nada de vacilaciones ni trastabilleos, hasta la mínima duda se nota y el público es exigente, subrayaba. Una y otra vez, y una vez más y otra y otra, repitiendo las escenas y los diálogos, aquellos muchachos se iban convirtiendo en sus personajes. Él sugería los personajes a partir de las tendencias naturales de los jóvenes actores. Para eso los había observado mucho tiempo antes en su medio natural. Sin embargo la decisión del personaje a representar correspondía a los jóvenes. Decía que el teatro era el más sublime arte de la manipulación humana, tan fino que la idea era que lograra sus objetivos sin que el público ni nadie se dieran por aludidos y así todos felices y contentos. Para tener éxito en el teatro, el quid de la cuestión decía, era tener a la persona adecuada con el papel adecuado. Lo demás saldría por añadidura. Algunos, los más avanzados podían representar a la perfección más de un papel.
Los métodos de enseñanza eran muy variados y avanzados, se enseñaba con vídeos tutoriales y películas, así como con manuales de instrucción de lo más didácticos y entretenidos. Pero sobre todo se aprendía haciendo. El manual escrito y los vídeos muy atractivos y muy convincentes. Todos tenían una sección cerrada, dividida en dos partes A y B, esta última parte no se usaba para aprender a actuar. Esta parte era para prevenir trastornos de la personalidad por la sobre actuación. Era como la letra menuda de los envases de productos químicos que dice que hacer en caso de intoxicación. El Director les decía que esa sección siempre estuvo en los manuales disponibles para el teatro, pero que no le hicieran caso, que no era necesario consultarla. Sin embargo, todos en secreto se preguntaban sobre el contenido de la sección misteriosa, que daba instrucciones en caso de alteraciones serias a la personalidad.
Curiosos la mayoría de los muchachos leían superficialmente la parte A con cierto desgano, o apenas oían lo que decían los vídeos en esta parte y retornaban rápidamente a las instrucciones sobre cómo mejorar la actuación. De todos modos para eso habían llegado al teatro, para hacer teatro y alcanzar la felicidad y el éxito tan ansiado. Solo unos pocos, ponían atención a las advertencias de la parte A y pensaban que más adelante se aventurarían a leer o escuchar la parte B, que tenía las enseñanzas para la vida plena. Predominaba la excitación, el placer a corto plazo que proporcionaba la actuación, el figureo, las luces del teatro. Estábamos en la era del conocimiento universal, nadie podía alegar ignorancia, pero lo importante era el espectáculo, la opinión, la verdad, la ciencia, la conciencia, eran demasiado complicadas y aburridas.
Antes de seleccionar a los personajes para la obra, el Director contrató a una serie de trabajadores de todo tipo, como tramoyistas, maquilladoras, encargadas de vestuario y a otros habitantes del pueblo les compraba servicios ocasionales, como a peluqueros, carpinteros, pintores, de tal manera que en un momento dado, todo el pueblo estaba al servicio del teatro. Estaban felices con la temporada de teatro y agradecidos con aquel señor que tanto bien estaba haciendo por el pueblo. Hasta los pequeños hoteles se encontraban llenos de turistas y los taxistas y dueños de restaurantes se encontraban muy contentos. También las trabajadoras del sexo, antes llamadas muchachas de la noche, que solían ser muy discretas, ofrecían sus servicios con mayor desparpajo y orgullo, alegres por la repentina bonanza que le proporcionaba la temporada de teatro. Las copias de los manuales y vídeos se multiplicaban y se repartían entre amigos y familiares. Pronto no hubo una sola persona que no estuviera practicando su propio papel en una obra imaginaria sobre la felicidad, el éxito y la fama.
Era divertidísimo encontrar al dueño del centro de belleza y cosmética del pueblo, actuando como un gran estilista de Hollywood cuando atendía a su clientela, provocando celos en sus dos colaboradores, que ellos si se sentían verdaderas vedettes, y merecían ser llamados estilistas, ya que habían trabajado para famosas estrellas del espectáculo cuando vivieron en Los Angeles, California.
Muy pronto, banqueros, empresarios, delegados del gobierno, líderes comunales, diputados, policías, oficiales del ejército, magistrados, burócratas de pacotilla y otros funcionarios públicos, médicos, ingenieros, arquitectos, uno que otro purpurado, pintores y otros artistas, proxenetas, vendedores, panaderos y hasta limpiabotas se sentían personajes super importantes y ensayaban diariamente su papel, siguiendo lo mejor que podían las instrucciones de aquel maravilloso manual de capacitación y los vídeos tan entretenidos. De igual manera, la mayoría no llegaba a la sección cerrada y a las partes A y B. Sobre todo la parte B, que estaba protegida con un sello. A los que se aventuraron a leerla, les parecían un tanto aburridas y aguafiestas. ¿Qué peligro puede representar el teatro?
El Director describió uno a uno, brevemente los principales papeles que se requerían en la obra y de acuerdo al conocimiento que tenía de los noveles actores y a su experiencia en el teatro, los fue seleccionando para que le dieran vida a cada personaje. Les decía que no importaban las circunstancias, ni el escenario, ni siquiera los diálogos específicos en la obra, lo importante era mantener el perfil sicológico, de tal manera que su actuación fuera convincente. Total, una obra sobre la felicidad, el éxito y la fama, debería tener todos los ingredientes de intriga, conspiración, suspenso, pasión y engaño que suelen acompañar a los que lo arriesgaban todo en la competencia por alcanzar los primeros lugares en la carrera por la vida, en la que siempre habrá ganadores y perdedores. La obra por lo tanto necesitaba toda clase de roles personajes, masculinos y femeninos, transexuales, líderes, conspiradores, seguidores, víctimas y victimarios, en toda clase de escenarios sociales, económicos, políticos y religiosos. Cómo la obra era en extremo flexible y se enriquecía con el paso el tiempo, entraban y salían actores en la medida que iban apareciendo nuevos personajes y roles que se agregaban a los ya existentes.
Jossie, explicó, era la protagonista femenina de la obra, representaba a la mujer atractiva hasta morir, seductora, y a la que le gustaba ser siempre el centro de atención de todos. No se conformaba nunca con ser segunda de nadie. Tenía la última palabra y si su posición de ser el centro de las miradas estaba en peligro, tenía la extraña habilidad para hacerse la víctima, siempre le pasaba algo que podía ser grave, entornaba los ojos y ponía una cara de niña buena. Si no se hacía lo que ella quería, estallaba en improperios y diatribas contra los que se le oponían. El truco nunca le fallaba, pronto tenía a todos comiendo de su mano, entonces tomaba el control y hacía lo que quería con todos.
También estaba Ester, la clásica líder sabelotodo, con infinitos y enfermizos deseos de poder pero muy bien camuflados por su aparente entrega y dedicación al servicio de los demás, manejaba muy bien el lenguaje y tenía la habilidad de hacer los gestos y poner las voces que ella quería para cautivar y emocionar a la audiencia, de tal manera que todos la obedecían y hasta se peleaban por agradarla. Emocionaba hasta las lágrimas escucharla, ¡Todo lo que había sufrido por causa de la verdad y la justicia!… Pero siempre se las arreglaba para evadir el compromiso real con la gente. Escapaba siempre con una buena excusa.
No podía faltar en aquel elenco Silvia, la siempre buena y entregada en toda circunstancia a los demás, que se sacrificaba por todo y por todos, que siempre hacía notar su preocupación por los otros, al grado de anularse a sí misma, que solo deseaba ser reconocida por su sacrificio, constantemente repetía lo buena que era ella y todo lo que hacía a diario por la causa de la humanidad.
Otro personaje destacado era Alberto, tranquilo, reposado, bien seguro de sí mismo. Odiaba que lo contradijeran. Todo lo sabía. Nada se le escapaba y se jactaba de que la gente al final hacía lo que él decía. Había nacido para mandar. Siempre fue el capitán del equipo de fútbol, el campeón de los debates estudiantiles. Le gustaba manejar todos los hilos por debajo de la mesa y aparentar que siempre lo tenía todo bajo control. Le gustaba que lo admiraran y pensaran que era rico e inteligente. Utilizaba a las personas a su antojo y si para conseguir sus metas era necesario traicionar o eliminar a quien se le pusiera enfrente y le estorbara, no vacilaba en hacerlo. Al fin un hombre de éxito como pocos. Se movía muy bien en los pasillos del poder, tanto en la política como en los ambientes empresariales.
Dorian era un personaje muy importante en la obra, el Director lo describió como de caminar lento y con las manos frías, como sin fuerza, era el clásico personaje introvertido, un poco oscuro, que no te miraba a los ojos, con la sonrisita fingida, disfrutaba criticando todo y a todos, principalmente por detrás, era servil con sus superiores y un tirano con sus subalternos, cuándo acordabas el ambiente era extremadamente tóxico, todos estaban contra todos y no sabían por qué. Era sarcástico y envidioso, no soportaba los logros de los demás. Actuaba en la sombra, no podía vivir sin hacer daño, sin destruir la honra de alguien, solo así se sentía momentáneamente fuerte, no podía evitarlo. Sin embargo rehuía el enfrentamiento directo, era muy cobarde.
Por supuesto, no podía haber líderes sin seguidores, de modo que en la obra no podía faltar un Vicente, quien para conseguir ser aceptado por el grupo se especializaba en “seguir a la manada”. Muy inseguro de sí mismo, no confiaba en que podía seguir su propio camino y a la vez ser apreciado. Se hacía a un lado, sacrificaba su identidad y se mimetizaba con el grupo para experimentar aprecio y valía. Era consciente de su auto anulación, pero no podía cambiar. No se daba cuenta o aparentaba no darse cuenta de la manipulación de que era objeto, pero siempre obedecía las reglas. A lo sumo hacía críticas en privado en pequeños grupos.
También estaba el personaje representado por Macario. El eterno adolescente que no quería asumir sus responsabilidades, toda su vida era una eterna fiesta. Tenía un enorme ego y siempre entre manos un proyecto fantástico pero no hacía ningún esfuerzo para realizarlo, tenía miedo a la vejez, a la soledad y le gustaba siempre estar en grupos donde era el alma de la fiesta. Era encantador pero no adquiría verdaderos compromisos y requería de otra persona a su lado para que le resolviera todos sus problemas.
Alicia, era una morena bonita, delgada cuyo papel era la de la coqueta que no podía vivir sin pareja, por una extraña razón pensaba que la felicidad consistía en tener a su lado a un hombre que la hiciera feliz, se enamoraba como una loca y le encantaban los cortejos, las cenas románticas con buen vino y velas, además le fascinaba que le dijeren que era bonita que elogiaran sus ojos cafés claros como miel, con sus enormes pestañas crespas y por supuesto las promesas de amor eterno. Siempre terminaba en la cama. El problema era que al poco tiempo se aburría de sus parejas y entonces la vida se le agotaba, y se las ingeniaba para terminar con el novio de turno. Luego se deprimía porque estaba sola y la vida le parecía una porquería, hasta que empezaba otra vez con otro galán que le juraba amor eterno y el ciclo empezaba otra vez.
Tampoco podía faltar el profeta místico, Matías, el que hablaba con el mismo Señor. Como un santo recibía mensajes y tenía el don de interpretar la verdad como ninguno. El mismo era un oráculo andante. ¡Dios guarde el juicio de Matías sobre alguna persona!, era como un trueno, un rayo que fulmina, como un ángel exterminador. De todas maneras, todos eran culpables de algo. Además no se podía dudar de él. ¡Había sido probado tantas veces por el mismo Dios…!
Así todos y cada uno de los actores hacía su mejor representación en aquella obra exitosísima, que todos los días era presentada durante la temporada de teatro en ese pueblo. Cuando el director consideró que la obra ya estaba madura, dejó a un encargado y se marchó a otro pueblo para continuar con la nueva temporada de teatro, y así pasaron los años, los jóvenes actores se hicieron adultos, los adultos envejecieron y continuaban haciendo presentaciones exitosas. Sin embargo había un problema, el director ya se había ido, el tiempo había pasado y los actores envejecidos, continuaban con su papel. No se podían desprender de él. Las páginas de los manuales dedicadas a la actuación estaban gastadas de tanto ser consultadas. Solo la parte A y B permanecía intactas. Alguno que otro había roto el sello de la misteriosa sección B y había leído otra vez sus palabras instructivas que ya no le parecieron tan aburridas.
Ya a la bella y seductora protagonista no le lucía su papel, pero a ella parecía no importarle, ella se sentía como en sus mejores tiempos, aunque ya el pintalabios rojo, lucía exagerado y un poco borroso, el rímel de los ojos se le corría, mientras las cejas pintadas no se veían en su lugar. El profeta continuaba fustigando a sus cada vez menos seguidores y cada vez más escépticos. Según él continuaba hablando con el ángel del Señor, la revelación era para él. Se corría la voz de que tanta representación le estaba afectando la cabeza. Ya no hallaba qué inventar para seguir siendo venerado.
Aquello era patético. Cada personaje continuaba con su papel aunque la representación ya no causaba el mismo efecto que antes. El eterno adolescente envejeció y sus chistes ya no causaban tanta gracia. Muchos estaban muy enfermos y deprimidos, algunos muy perturbados, pero aún así, no podían desprenderse de sus aprendidos parlamentos y gestos teatrales. Con esos papeles decían habían conocido la felicidad, el éxito y la fama, ¿No podían o no querían desprenderse de su rol? La sección misteriosa lo señalaba bien claro y advertía sobre los efectos de la actuación repetitiva sobre la vida de las personas y la parte B, enseñaba con claridad la forma de desprenderse de aquel papel esclavizante, de aquella actuación mecánica a la que parecían estar condenados todos los actores, que estaban atrapados por su estatus.
El Director de teatro a discreta distancia, se mantenía al corriente de lo que acontecía con la compañía de teatro de aquel pueblo, que él había formado con aquella tropa loca de muchachos inquietos hace ya tanto tiempo. De vez en cuando preguntaba a sus colaboradores si algunos habían pasado de la sección A y quiénes se habían atrevido a poner en práctica las instrucciones de la sección B. Cuando le informaban que muy pocos había roto el sello, entonces jubiloso se reía a carcajadas. Diciendo: ¡Yo lo sabía! ¡Sabía que el amor al teatro era más fuerte!
Uno de los actores hace tiempo ya había roto el sello y había leído su contenido. También había visto la parte encriptada de los vídeos y se estremeció por sus descubrimientos. Las primeras páginas de la parte A, estaban dedicadas a mostrar los efectos del teatro sobre la vida de las personas. Mencionaba toda clase de trastornos, sufrimientos y padecimientos que afectaban a la gente por llevar al extremo la creencia que la felicidad y el éxito dependían de la buena actuación en el teatro. Decía que el teatro puede afectar la mente de tal manera que es necesario tomar distancia del personaje y volver a lo esencial del ser originario y verdadero para reconectarse con su propio centro, donde está la fuente de la felicidad y el éxito duradero, en su propia mente y no en los papeles que debían representar. La parte B era de fácil acceso, pero para su aprovechamiento se requería como paso número uno, la aceptación plena y personalizada de los problemas y heridas que le afectaban a cada uno en su vida, y por supuesto la renuncia a la temporada de teatro, y sobre todo- lo más difícil- al papel que con tanto esfuerzo habían llegado a dominar. ¿Cuántos papeles había representado él?
El actor preocupado por los efectos del teatro en él y en las personas que le rodeaban, había formado un grupo pequeño y enseñaba a otros sobre cómo desprenderse de la maldición del teatro, que ya había hecho mucho daño y cobrado muchas víctimas que afectaban a todo el pueblo. Pero no todo estaba perdido aunque así lo pareciera. Esa noche se preparaba para dar una charla sobre la felicidad y el amor verdadero a un grupo de jóvenes en la casa de uno de ellos. Abrió la sección B del manual de teatro subrayando cada frase de las instrucciones que le parecían aplicables a lo que estaban viviendo.
La sección B, le remitía a otro libro, al libro de la vida, en el que de manera muy elocuente, con muchos ejemplos de la vida diaria, el Gran Alquimista, el Gran Maestro y sus discípulos enseñaban con mucha firmeza los secretos de la vida, de la auténtica vida verdadera: El jugar como niños, hacerlo todo con amor, la pasión, la entrega, el perdón y el servicio. Sin actuaciones ni figureos. Sino simplemente ser como uno es, de acuerdo a su misión en la vida, de acuerdo a su diseño, como le sale desde adentro, del mundo interior, siguiendo el camino que señalaba el Maestro. El verdadero Maestro, no el director de teatro. La auténtica felicidady la más duradera, solo se podía obtener poniendo uno sus talentos, habilidades y virtudes al servicio de la verdad y la vida, de alguna causa que sea más grande y más allá de uno mismo. Venciendo al ego que te aparta de los demás, aunque muchas veces ese camino no esté exento de obstáculos y sufrimientos. Había una salida, pero había que elegirla con valentía, voluntad y decisión.
Le parecía que los muchachos de su grupo necesitaban compartir un poco de su historia de sufrimiento y gozo a luz de estas sabias y bellas palabras que encontró al romper el sello de la sección B hastiado de tanto actuar, actuar y actuar, sin más esperanza que la que da la certeza de la muerte, él ya había escogido el camino de la verdad y la vida.
Mientras tanto el Director inauguraba por enésima vez, la nueva temporada de teatro en otro pueblo, con otro grupo de jóvenes que lo escuchaban con embeleso. También había bocadillos jugosos y bebidas frías…